Pequeñas Historias. (Por Adriana Axt) |
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Escrito por Adriana Axt | |||||||||||||||||
![]() Era una tarde de invierno, llegamos más temprano y jugamos un rato en el palomar de hierro que estaba abandonado detrás de la escuela. De repente escuchamos un ruido de llaves, si, era Don Guidi que nos llamó para por fin mostrarnos los tesoros que cuidaba aparte de dar aviso si se cortaba la luz. Entramos y ante nuestra vista apareció una vitrina enorme con autos, camiones, colectivos todas miniaturas de colección por supuesto replicas de lo que Mercedes Benz fabricaba. Creo que nos ayudábamos para mirar y no salíamos de nuestro asombro. Eran de todos los colores que se puedan imaginar acomodados con una perfección digna de los alemanes. Nos dejo patinar en medias un rato en el pasillo que estaba súper encerado y lustroso, mientras el tomaba unos mates. Y al salir nos preguntó ¿les gustan las milanesas de cardo? (si… no estoy loca… lo preguntó) y no solo eso, al otro día antes de irse a trabajar nos dejó una bandejita con las milanesas. El cardo lo juntaba del campito camino a la escuela (no se si se acuerdan pero abundaba) nunca mas las volví a comer simplemente porque nadie las hacia como él. Seguramente debe haber muchos de ustedes que no lo recuerden, su esposa se llamaba Amelia, su hija Tita y dos nietas Celica y Cicel, una nena rubia con el cabello muy largo a la que todas las tardecitas sentaban en un sillita de paja en la vereda. Es raro que una persona tan grande quede en el recuerdo de un chico, quizás haya sido conocer ese lugar o quizás simplemente sus “raras” milanesas lo cierto es que en mi recuerdo quedó y espero que también en el de alguno de ustedes…
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